"Soy creativa/o en el modo en que imagino y me comporto sexualmente. Me gusta ser directo/a en mis propuestas. Me siento muy cómodo/a con varias relaciones al mismo tiempo. Me gusta ver un vídeo porno mientras disfruto con mi pareja sexual. Disfruto viendo cómo se masturba mi pareja sexual mientras la acaricio. Me gusta la variación y las aventuras. Me gusta descubrir sobre mí.
Prefiero que alguien tome la iniciativa por mí. Me gusta sentirme dominado. No me encuentro seguro si tengo que tomar yo la decisión de qué hacer o qué proponer. Me gusta imaginar cosas aunque luego no las lleve a la práctica. Me produce timidez hablar de temas eróticos, pero me gusta leer y escuchar si yo no participo." (Salinas, D., 2002)
Cualquiera de estas actitudes reflejadas en los dos ejemplos manifiesta unas preferencias que, en su conjunto, forman parte de los rasgos de nuestra personalidad sexual.
La forma en que pensamos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos con los demás en el ámbito sexual, muestra unos rasgos y características que sumados a otros rasgos en otras facetas de nuestra vida (trabajo, familia, amigos, ocio, estudios, etc.) nos definen e identifican como individuos diferenciados: FORMAN NUESTRA PERSONALIDAD. La sexualidad, por lo tanto, forma parte de nuestra personalidad.
Además, ciertos rasgos de la dimensión sexual de nuestra personalidad, están presentes en nuestro modo de producirnos en el día a día en otros ámbitos de nuestra vida.
Aunque no seamos conscientes de ello, hay creencias sobre la sexualidad que condicionan nuestras actitudes y nuestro comportamiento en otros ámbitos que no se definen como sexuales. La sexualidad está presente en otros ámbitos.